MEDIAS
VERDADES SOBRE LOS VEHÍCULOS ELÉCTRICOS.
Estamos
en un punto, con la amenaza del cambio climático, el calentamiento global y el
efecto invernadero como origen de ambos, que hace que la tendencia universal
sea la eliminación del uso de combustibles fósiles en la automoción.
Sin
embargo, si echamos un vistazo al proceso completo, y no nos limitamos a medir
los gases emitidos por el vehículo “in situ”, puede que nos llevemos una
sorpresa, y no precisamente agradable.
El
vehículo eléctrico conlleva una serie de procesos para la fabricación de sus
componentes, que sumados y prorrateados en su vida útil, lo hacen cargar con un
lastre “de origen” que habría que computar a la hora de la comparación.
En
este sentido, la energía necesaria para la extracción de los minerales y la
posterior obtención de los componentes químicos que conforman las baterías es
muy elevada y además, tiene todo su origen en combustibles fósiles, entre otras
cosas porque los países de origen están entre los más subdesarrollados del
mundo. Tal es el caso del cobalto, en su mayoría originario de la República
Democrática del Congo, y que es imprescindible para mejorar el rendimiento del litio.
Construido
el vehículo, y puesto a disposición del usuario, la energía eléctrica necesaria
para la carga de las baterías tiene, en su inmensa mayoría, como origen,
centrales térmicas que utilizan combustibles fósiles para la generación.
Otro
tanto cabe decir del uso de la pila de combustible de hidrógeno, dado el alto
coste energético que conlleva la electrolisis para la obtención del gas, así
como para la producción de los catalizadores (principalmente platino)
Fuentes:
- Instituto
Sueco de Investigación Medioambiental (IVL)
- Departamento de
Energía de los Estados Unidos
- Agencia Europea del
Medio Ambiente
- Union of Concerned
Scientists
- Centro Superior de la
Investigación del Automóvil de la Comunidad de Madrid
- Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)
- The Guardian
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